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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 04/19/2015
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El objetivo de la vida cristiana es la conversión y el compromiso. Pero la conversión consiste en creer en Jesús y seguirlo, y el compromiso también.

Un periodista preguntó a la madre Teresa de Calcuta: ¿Cuál es la obra más importante de su vida? Ella contestó sin vacilar: lo más importante en mi vida es haber conocido a Jesús. ¡Impresionante respuesta en una persona que ha tenido tantas experiencias!

En el camino pascual habría que afianzar esta convicción y esta experiencia de manera que también para nosotros, bautizados, lo más importante sea haber conocido a Jesús.

La palabra conocer, en la Biblia, conlleva fundamentalmente un componente de experiencia. No tiene sólo referencias intelectuales. De hecho, el camino recorrido por los primeros cristianos estuvo lleno de sorpresas y admiración. Vieron que Jesús era (y es) una persona cargada de profundidad y significado. Los que iban con él estaban sorprendidos y se preguntaban: Pero, ¿quién es este hombre? No acertaban a encasillarlo...

Causó un fuerte impacto en el pueblo judío después de la muerte de Juan Bautista. Despertó expectativas de todo tipo, religiosas y políticas. Provocó discusiones apasionadas, fue rechazado por los sectores más influyentes y ejecutado joven por las autoridades romanas, que ocupaban su país.

Parecía destinado al olvido inmediato después de su fracaso, pero no fue así. A los pocos días de su muerte, sus desalentados seguidores vivieron experiencias únicas: aquel al que habían visto morir en la cruz se imponía como alguien vivo, lleno de fuerza, resucitado por aquel Dios a quien Jesús invocaba con toda su confianza como Padre.

Así, sólodespués de Pascua (a la luz de la Resurrección), cuando llegaron a tener verdadera fe, comenzaron a comprenderlo un poco más; recogieron sus palabras como un mensaje liberador confirmado por el mismo Dios y pronunciado por alguien que vive en medio de ellos; reflexionaron sobre su actuación para descubrir el misterio de este hombre liberado de la muerte por Dios y le aplicaron más de cien títulospara intentar definirlo. De ellos hicieron fortuna unos pocos: profeta, mesías, señor, enviado, Hijo de Dios... Pero estos títulos tampoco nos aclaran todo el misterio de Jesús. Por eso nosotros, como aquellos de la primera generación, debemos mantener viva y como actitud permanente la sorpresa y admiración... y también la investigación: en la comunidad eclesial, en los evangelios, los sacramentos, la oración y el compromiso con los pobres.

Conviene seguir preguntándose ya fondo: ¿Quién es Jesús para mí? ¿Qué significa en mi vida? ¿Qué exigencias encuentro en este momento de mi historia personal?

Y esto, para conocerle mejor, y para crecer en una adhesión cada vez más radical a Jesucristo, a su persona ya su evangelio que debe ser siempre nuestro principal referente.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida