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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 05/24/2015
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Hoy, domingo de Pentecostés, Día de la Acción Católica y delApostolado Seglar, quiero recordar el primer mandamiento que aparece en las páginas de la Biblia: creced (Gén 1, 27ss). En nuestro Bautismo se inicia un proceso de crecimiento que es permanente. La fe es don de Dios pero Él ha querido nuestra correspondencia libre y responsable y ha puesto en nosotros las capacidades necesarias para responder: "Pondré mi espíritu en vosotros y haré que sigáis mis preceptos, y guardéis y cumpláis mis mandatos"(Ez 36,27).

En la vida natural nacemos, somos pequeños, crecemos y nos desarrollamos, sin embargo, enla vida cristiana, hay personas que siguen pensando y actuando como niños que no se alimentan adecuadamente, ni contrastan su vida con la Palabra "inspirada por Dios y útil para enseñar, reprender, corregir y educar en el bien, para que el que es hombre de Dios llegue a la madurez y esté siempre a punto para toda obra buena"(2Tim.3,16-17).

Los cristianos estamos llamados a llevar a la práctica el proyecto de Dios sobre el ser humano en todas las circunstancias de la vida ordinaria, fáciles o difíciles, y en el ambiente concreto en el que estamos inmersos: familia, trabajo, alegrías y desgracias, buenas y malas noticias... Contamos con la gracia de Dios, pero hay que ejercitarse habitualmente y con perseverancia en la práctica del Evangelio con obras y en verdad (1Jn 3, 18), al igual que un deportista mejora su forma física entrenando, a la vez que adquiere mayor aptitud. No vale esperar situaciones ideales o circunstancias más propicias para manifestar nuestra fe, de palabra y de obra, ofreciendo a nuestros conciudadanos la posibilidad de descubrir la Persona de Jesucristo y su manera de entender la vida.

El Señor no pide imposibles, aunque algunos cristianos parecen pensar que el ideal propuesto por Cristo necesitaría adaptaciones para poder ser vivido. Podemos tener fallos, pero con nuestra vida tenemos que hacer ver que el evangelio se puede vivir en nuestro quehacer ordinario, y que contar con los defectos, propios y ajenos, no equivale a rebajar sus exigencias.El cristiano joven o adulto demuestra su madurez con hechos, vida y conducta, intentando hacer presente a Jesús, sin coaccionar a nadie pero tampoco sin disimularlo en  medio de una sociedad donde resulta más fácil presentarse como agnóstico o ateo que como cristiano. Y lo hace viviendo en comunión eclesial, alimentando la unidad, la complementariedad y el trabajo conjunto: "entre todos y por el bien de todos".

En este nuevo Pentecostés, animo a todos los fieles cristianos laicos de la Iglesia de Lleida a volver a considerar lo que he dicho en alguna de nuestras Asambleas: "Si queremos tener una palabra evangelizadora en el mundo de la globalidad y dar a las generaciones futuras razones para vivir y para esperar; si queremos promover acciones de presencia misionera, necesitamos optar por un estilo y una organización pastoral que libere de tendencias autárquicas, practicando mejor la corresponsabilidad, sin cerrarnos sobre nosotros mismos de manera defensiva, sin absolutizar aquello que es relativo, universalizar lo particular ni dogmatizar lo opinable."

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida