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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 06/14/2015
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Animo a leer con atención la Instrucción Pastoral que hemos aprobado los obispos españoles el pasado mes de abril. Es una mirada en profundidad a la situación y al incremento del empobrecimiento material y espiritual, que afecta a personas, familias y pueblos, sin olvidar males morales como la corrupción, una grave afrenta a nuestra sociedad, una conducta éticamente reprobable y un grave pecado.

Una situación que está contribuyendo también al empobrecimiento espiritual: la indiferencia religiosa, el olvido de Dios y la despreocupación por las cuestiones fundamentales sobre el origen y destino trascendente del ser humano. La regeneración personal y social pide una mayor estima al bien común, se origina en las virtudes morales y sociales, se fortalece con la fe en Dios, que da claridad y firmeza a nuestras valoraciones éticas. Sabernos criaturas amadas de Dios nos conduce a la caridad fraterna que, a su vez, nos acerca a Dios y nos hace reconocerlo en los más frágiles y en las periferias existenciales.

Es urgente eliminar las causas estructurales de la pobreza favoreciendo la creación de empleo digno y estable; Administraciones que asuman su responsabilidad de mantener el estado social de bienestar con recursos suficientes; sociedad civil que juegue un papel activo y comprometido; un Pacto Social contra la pobreza; un mercado con responsabilidad social a favor del bien común; que todos orientemos nuestras vidas hacia actitudes austeras y modelos de consumo sostenibles; que nos impliquemos en la promoción de los más pobres y desarrollemos iniciativas conjuntas, trabajando en "red" y apoyándolas también con recursos eclesiales; que las propias dificultades no nos impidan escuchar el clamor de otros pueblos más pobres y ayudemos a su desarrollo integral.

Sabemos que los problemas sociales tienen causas más profundas que las puramente materiales: falta de fraternidad y ausencia de un verdadero humanismo que permita asumir los valores espirituales superiores: el amor, la amistad, la oración y la contemplación. Por eso la proclamación del Evangelio siempre ha ido acompañada de la promoción humana y social. La triple tarea de la Iglesia: anuncio de la Palabra, celebración de los Sacramentos y servicio de la Caridad, se implican mutuamente y no pueden separarse. Para la Iglesia la Caridad es manifestación irrenunciable de su propia esencia y se traduce en un compromiso social que sea transformador de las personas y de las causas de las pobrezas, que denuncie, que alivie el dolor y el sufrimiento, y que ofrezca propuestas concretas para ayudar a poner en práctica los valores del Evangelio de Jesús.

En el documento citado se califica el recto ejercicio de la función pública como una forma exquisita de caridad, y se manifestará en la manera justa de gobernar, en la promoción de políticas equitativas, humanizadoras y transparentes, en colaboración necesaria con otros gobiernos.

Y, sin olvidar que los cristianos tenemos el reto de ejercer una caridad más profética alzando la voz en favor de un mayor nivel de exigencia moral en nuestra sociedad, termina presentando ocho propuestas de gran calado para vivir el compromiso caritativo, social y político.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida