Tipus
Ayudando a vivir (Obispo Joan)
Autoria
Producció
Fecha publicación: 
Dom, 02/05/2012
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Vida consagrada: pensar, decir y hacer

Explicando aquello que él denomina “el ideal perfecto del cristiano”, Sant Gregori Nacianzeno (s.IV) escribe: “Tres son las cosas que patentizan y diferencian la vida del cristiano: la acción, la palabra y el pensamiento. La preeminencia corresponde al pensamiento; en segundo lugar, hace falta poner la palabra, que hace comprensible con las palabras aquello que el pensamiento ha concebido; por último, ponemos la acción, que lleva a término con las obras todo lo que hemos pensado. Hace falta que todas nuestras palabras, obras o pensamientos no contradigan el plan divino, según el cual Cristo se ha manifestado, de forma que nada pensamos, ni digamos, ni hagamos que se aparte de este plan divino, que acabamos de mencionar. ¿Qué otra cosa deberá hacer quien ha sido honorado con el apellido de Cristo, que no sea examinar atentamente sus pensamientos, palabras y obras, por ver si todo tiende a Cristo o si, al contrario, se aleja?”

Aquello que San Gregorio pide a todos los bautizados, es todavía más urgente verificarlo en aquellos y aquellas que han recibido el llamamiento a una especial consagración, y la mejor manera de comprobarlo será dejarse interpelar por la Palabra revelada y por los signos de los tiempos. Sabemos que los carismas y estilos de vida en los que se expresa la respuesta a este llamamiento son muchos y diferentes, pero todos tienen en común la exigencia de manifestar la radicalidad y la novedad del seguimiento de Jesucristo. En esto recae su fuerza evangelizadora.

El Concilio Vaticano II y la teología postconciliar presentan la vida consagrada como una forma peculiar de seguimiento de Jesús, una manera de vivir la vida cristiana en el interior de la comunidad eclesial. Y pide adaptarla a "las cambiadas condiciones de los tiempos" para manifestar su identidad y aparecer "como un signo preclaro del Reino" (PC 1 y 2). Esto ha supuesto un largo camino y un “tiempo rico de esperanzas, proyectos y propuestas innovadoras”(VC 13).

Ciertamente, se ha hecho y sigue haciéndose un gran esfuerzo de análisis, de discernimiento y de conversión personal, comunitaria e institucional. Esfuerzo que hemos de agradecer porque la Vida Consagrada es un don de Dios a la Iglesia y a la humanidad y es necesario que sus miembros sean manifestación viva del seguimiento cercano e incondicional de Jesucristo, y testigos creíbles de su Evangelio “en la consagración, en la comunión y en la misión”, como les pedía el Papa Benet el pasado agosto al Escorial.

Pero claro está que la credibilidad de estas formas de vida cristiana depende mucho de este testimonio que hace presente y actual el camino de Jesús: un camino d’amor sin medida en el servicio solícito y generoso a los hermanos sin exclusiones. Un camino que queda al alcance de todos aquellos que buscan al Señor, a veces sin darse cuenta  y que –con las convenientes y ejemplares mediaciones– pueden escuchar mejor este “Ven y sígueme” (Mt 10,21), dejándose iluminar por la luz de l’Evangelio.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida