
[18-02-25] EL BALCÓN DE LAS BENDICIONES SOLEMNES
EL BALCÓN DEL PAPA
¿Qué significa esto del “Balcón del Papa”? Se trata de un balcón construido en 1610 por el arquitecto Carlo Maderno, situado en el centro de la fachada de la Basílica de San Pedro. Fue inaugurado como tal el 13 de mayo de 1611, día de la Ascensión del Señor. Desde este balcón central, conocido también como el “Balcón de las Bendiciones”, el papa imparte cada año (en Navidad y Pascua; y también el día en que es elegido un nuevo papa, tras el famoso anuncio del Habemus Papam) la solemne bendición Urbi et Orbi (extendida a la ciudad de Roma –Urbi– y al mundo entero –Orbi–). Este acto es un signo de la bendición universal, pacífica y fecunda que el Santo Padre (el papa), en nombre del Dios cristiano del amor fraterno y de la paz verdadera, extiende a toda la cristiandad y al mundo entero.
BENDICIONES QUE FORTALECEN LA ESPERANZA DE LOS CRISTIANOS Y DE TODOS LOS HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD
En cada una de sus bendiciones, el Santo Padre no nos “regala” un simple y efímero símbolo (o un saludo amistoso), sino la misma presencia “real” de un Dios que es Padre y que quiere nuestro bien. Un Dios eternamente misericordioso y que siempre, siempre “juega a nuestro favor”. Además, a menudo el papa acompaña su bendición con una generosa “Indulgencia Plenaria”, que, como ocurre en este Año Santo 2025, se concede no solo como una especie de remisión y liberación extraordinarias de todas las infidelidades, limitaciones y faltas cometidas por los cristianos de todo el mundo, sino también como una vigorosa inyección de fe, optimismo y confianza que el papa extiende a todos los hombres y mujeres de buena voluntad en el mundo. Esta sobreabundancia de gracia es posible gracias a la redención de la humanidad obtenida por Jesucristo. Y esto es así a pesar de tantos pecados, miserias y debilidades humanas.
BENDICIONES EN FAVOR DEL BIEN UNIVERSAL Y DE LA CONSTRUCCIÓN DE UN MUNDO MEJOR, MÁS HUMANO
Esta solemne bendición del papa evidencia que siempre es y será posible la construcción de un mundo cada vez mejor, más justo, más pacífico y más fraterno. Esta es la voluntad de un Dios bueno que quiere –y puede– un mundo más justo, más pacífico y más fraterno. Como dice el Youcat, “Dios es bueno al cien por cien y no puede crear nada malo”. “Dios ha creado bien el mundo, aunque aún no está completo; sin embargo, el mundo avanza hacia su perfección definitiva” (número 51). Más aún, y sin dejar el Youcat, es alentador escuchar que “Dios nos invita a colaborar en la culminación de la creación” (número 50). ¡Qué honor poder colaborar, cada uno de nosotros, buscando con humildad nuestra santidad personal, en la culminación perfecta de la creación! O, como comenta Santo Tomás de Aquino, “Dios permite el mal solo para que de él surja algo mejor”.
LA ESPERANZA “NO DEFRAUDA”. SÍ, TENEMOS MUCHOS MOTIVOS PARA ESTAR CONTENTOS Y MUY AGRADECIDOS
Es bueno recordar estas inyecciones de optimismo. Un optimismo real. Así lo confirma el espléndido altorrelieve escultórico que se encuentra debajo del “Balcón de las Bendiciones” y que representa el momento en que San Pedro recibe la autoridad para corregir todo aquello que no tiene una orientación adecuada, es decir, cuando “San Pedro recibe las llaves del cielo”, obra del escultor milanés Ambrogio Buonvicino entre 1612 y 1614. Sí, San Pedro y los 266 papas hasta el papa Francisco, que a lo largo de los siglos han estado al frente de la Iglesia, han tenido y tienen el poder, sin ninguna arrogancia, de mejorar el mundo. Todos los papas saben, como San Pedro, que “todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo” (Mateo 16,19). Y ni siquiera el poder de la muerte podrá jamás con el poder del Bien cultivado por la Iglesia. ¿Cómo puede ser esto? Porque las puertas del reino de la muerte son infinitamente inferiores al Bien y al Amor conquistados –para siempre– por Jesucristo. Él mismo le dijo a San Pedro: “Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del reino de la muerte no la podrán dominar” (Mateo 16,18).
EL REMATE SUPERIOR DEL “BALCÓN DE LAS BENDICIONES”
Y por encima del “Balcón de las Bendiciones” hay un hermoso frontón triangular en cuyo vértice superior se encuentra el escudo papal de Paulo V Borghese, junto con un imponente friso con una inscripción que recuerda la fecha de construcción de la fachada de la Basílica de San Pedro: IN HONOREM PRINCIPIS APOST. PAVLVS V BVRGHESIVS ROMANVS PONT. MAX. AN. MDCXII PONT VII (En honor del Príncipe de los Apóstoles, Paulo V Borghese, Pontífice Máximo, año 1612, séptimo año de su pontificado).
EL REMATE DE TODA LA FACHADA CON LA PRESENCIA SALVÍFICA DE JESUCRISTO Y SU PRIMER COLEGIO APOSTÓLICO
Finalmente, un poco más arriba, encontramos la garantía completa de esta realidad salvífica que estamos mencionando, con la representación de esculturas en piedra, en la parte superior de la fachada, sobre la balaustrada. En el centro, Jesucristo de pie, con San Juan Bautista a su derecha y los doce apóstoles. Ellos son los verdaderos y definitivos garantes. De izquierda a derecha: San Judas Tadeo, San Mateo (ambos flanqueando un reloj diseñado por el orfebre Giuseppe Valadier entre 1786 y 1790, con ángeles a cada lado de la esfera, coronada por el escudo vaticano con la tiara papal y las llaves de San Pedro), San Felipe, Santo Tomás, Santiago el Mayor, San Juan Bautista, Jesucristo Salvador, San Andrés, San Juan Evangelista, Santiago el Menor, San Bartolomé, San Simón y San Matías, que sustituye a Judas Iscariote; los dos últimos, Simón y Matías, flanquean el reloj de la derecha, también del mencionado Valadier. Cada escultura, hecha en piedra travertina, mide casi seis metros de altura; todas fueron realizadas por Ambrogio Buonvicino entre 1612 y 1614. Los relojes y sus mecanismos fueron obra de Filippo Carlini, Antonio Castellini, Andrea Bergondi, Giuseppe Angelini y Francesco Antonio Franzoni. Como ya se ha dicho, toda la fachada es obra de Carlo Maderno entre 1607 y 1614; fue restaurada con motivo del Jubileo del año 2000.
NO TENEMOS MIEDO DE NADA PORQUE SABEMOS EN QUIÉN HEMOS CONFIADO (2 Timoteo 1,12)
En el fondo, el conjunto de la Basílica de San Pedro nos recuerda con convicción, día a día, sea o no Año Santo, que a pesar de las incontables fragilidades de los cristianos y, por tanto, de la humanidad, nada ni nadie podrá detener el avance imparable de esta nueva civilización del amor, instituida por Jesús de Nazaret y edificada sobre la frágil piedra de una simple criatura humana: Cefas (San Pedro, el primer papa de la Iglesia). Cuesta un poco entenderlo, pero así lo proclamó hace dos mil años aquel humilde carpintero (Jesús de Nazaret), el hijo de Dios, y que, hasta el día de hoy, se va cumpliendo: “Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia [la nueva civilización del amor y del entendimiento cordial y fraterno] y el poder de la muerte [y del mal, del pecado, del error y de la limitación humana] nunca podrá vencerla” (Buena Nueva o evangelio de San Mateo 16, 18).
Ximo Company. Delegación de Patrimonio Artístico.
Foto: Balcón del Papa. El papa Francisco saluda a los fieles desde su balcón.