[07-04-25] PONT SANT' ANGELO (III)

 

PONTE SANT'ANGELO (PUENTE DE SANT'ANGELO)

Se mire por donde se mire, probablemente es el puente más bello y famoso de toda Roma y, sin duda, uno de los más transitados, elegantes y hermosos de toda la historia del arte universal. Antiguamente fue conocido como el Ponte Elio, en recuerdo del citado emperador Elio Adriano, quien lo construyó en el siglo II como vía de acceso a su propio mausoleo.

 

UN PUENTE BELLÍSIMO, POBLADO DE ÁNGELES

No obstante, el punto álgido de su embellecimiento estético se alcanzó en 1668, cuando el papa Clemente IX, Rospigliosi, lo amplió con dos nuevos arcos (originalmente sólo tenía tres) y lo dejó con cinco elegantes vanos o arcos de medio punto que distribuyen el paso tranquilo de su fértil caudal. El mismo papa encargó al genial Bernini que diseñara para su decoración diez espectaculares ángeles de mármol travertino; recordemos que el travertino es una elegante piedra natural blanquecina, roca sedimentaria y ligeramente porosa, elegante y muy típica de Roma y de la región del Lacio desde la Antigüedad.

 

ÁNGELES CON LOS SIGNOS DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO

Los mencionados ángeles berninianos se alzan sobre unos bellísimos pedestales cuadrangulares de peperino o piedra de color pimienta; se trata de una piedra volcánica conocida popularmente en Italia como tufo. Cada ángel sostiene en sus manos un símbolo de la pasión de Jesucristo: la cruz, el sudario, la corona de espinas, los clavos, la lanza, los dados, la esponja, la columna o la inscripción INRI. Aunque algunos de estos ángeles han sufrido varias reposiciones durante el siglo XX (por ejemplo, el que sostiene la corona de espinas), el inconfundible sello berniniano está presente en todos y cada uno de ellos, con un sutil movimiento y exquisitez plástica que supera ampliamente la nada desdeñable calidad de las estatuas de San Pedro y San Pablo, obras de 1535 de Lorenzetto Lotti y Paolo Taccone, que se sitúan, respectivamente, a la entrada del puente que da a la plaza Ponte Sant’Angelo y, en el otro extremo, a la calle Lungotevere Tor di Nona.

 

LA MEJOR VISTA DEL PUENTE

Aunque desde cualquier ángulo este puente siempre resulta hermoso, quizá la mejor vista se obtiene desde la elegante y ya mencionada Logia central de Julio II del Castel Sant’Angelo (1502), probable obra del arquitecto Bramante; la logia que aparece en primer término, en la fachada principal, ritmada y dividida por dos columnas de mármol blanco, y casi alineada con el eje central del puente. La vista que se obtiene desde esta logia o balcón es algo excepcional. Recomiendo vivamente a los peregrinos que vivan esta experiencia; es decir, les invito primero a tomar un café (o una taza de chocolate) en el bar del castillo para coger fuerzas y, después, a realizar esta irrepetible experiencia visual. Os aseguro que será difícil de olvidar; obtendréis la singular percepción de una nube de cabecitas humanas multicolores que a todas horas transitan por el puente, y veréis además el suave y cambiante verde del agua del Tíber, agua que baña y humedece los robustos diques que forman la base de este majestuoso puente.

 

UNA PRIVILEGIADA ANTESALA DEL CIELO EN LA TIERRA

Recordemos, finalmente, que durante varios siglos el Ponte Sant’Angelo ha actuado como la última antesala de los miles y millones de peregrinos de todo el mundo que durante siglos han acudido —y siguen acudiendo— a la Basílica de San Pedro, entendida, valorada y amada como la Jerusalén Celestial (es decir, como la prefiguración del estadio beatífico de la feliz eternidad a la que están llamados todos los hombres y mujeres de buena voluntad que siguen las directrices éticas y morales del cristianismo), y donde, según la prestigiosa arqueóloga y epigrafista florentina Margherita Guarducci (1902-1999), profesora de la Universidad de Roma, La Sapienza, reposan los restos mortales de San Pedro, el primer vicario de Cristo.

 

Ximo Company. Delegación de Patrimonio Artístico.

 

Foto: Ponte Sant’Angelo, Roma, siglo II. Vista general.