José Luis Mumbiela, doctor en Teología, fue ordenado sacerdote en Lleida en el año 1995 y en el año 1998 fue enviado a Kazajistán como sacerdote misionero. En 2011 fue nombrado obispo titular de la diócesis de la Santísima Trinidad en Almaty, en este país. Ha estado unos días en Lleida y hemos aprovechado para mantener una charla sobre su experiencia y sobre cómo se vive la religión en este país del Asia Central en el que sólo un 1% de la población es católica. Almaty ha pasado de tener una sola diócesis católica a tener 4 con 21 sacerdotes y 14 parroquias.
1. ¿Por qué le enviaron a Kazajistán?
En el año 1997, dos años después de ordenarme, me doctoré en Teología en la Universidad de Navarra y fue por entonces más o menos que el Papa Juan Pablo II buscaba sacerdotes jóvenes para ir a este país de la antigua Unión Soviética. Entonces ya había necesidades en nuestra diócesis de Lleida pero el obispo Ramon Malla tuvo un auténtico gesto de pastor de la Iglesia y me dijo “aquí estamos mal pero allí están peor. Ve allí que Dios proveerá”. No tenía afán misionero pero me lo pidieron y por eso fui.
2. ¿A dónde le destinaron y cómo fue su adaptación?
Me destinaron a la ciudad de Almaty, que tiene unos dos millones de habitantes. Al llegar ya había estudiado un año de ruso y me manejaba y poco a poco también me defiendo con el kazajo, que se parece al turco. El modo de vida es muy distinto al de Lleida. Los primeros meses fueron duros y también había cortes de luz y de gas. Primero estuve 8 años de vicario en una parroquia que la vimos nacer en una ciudad de 600.000 habitantes en la que había católicos pero no tenían iglesia.
3. ¿Cómo ve la Iglesia?
La Iglesia crece y el mensaje de Jesús sigue atrayendo a no cristianos por la vivencia del mismo mensaje. Creo que hay una voluntad del Cielo que la Iglesia esté en Kazajistán. Si hacemos las cosas bien, Dios nos bendice. Debemos cuidar la oración, el testimonio y ser auténticos, y Dios hace el resto.
4. ¿Qué receta tiene para que la Iglesia crezca?
Tenemos que seguir trabajando y salir a buscar a futuros católicos. Dios hace algunos milagros, pero los presbíteros tienen que ser más activos y salir. Si os movéis Dios os bendecirá. De todas formas, siempre faltan curas y debemos trabajar con los más pequeños para que la Iglesia vaya adelante con la ayuda de la Virgen y sin olvidar la adoración.
5. ¿Qué cambios ha propiciado desde que es obispo?
Hace cinco años que digo misa todos los días en una capilla que hay en la Curia y que da a la calle, es la capilla de la Misericordia. Es una oxigenación para mí y hemos empezado a hacer misa en Kazajo. A parte hacemos muchas actividades para que los niños y los jóvenes vengan a las parroquias. También hemos construido casas de convivencias para reunir a los más pequeños y a los jóvenes de los pueblos y en las que se organizan charlas, juegos y también oraciones. Es una forma de hacer apostolado. También hemos abierto nuevas parroquias y hemos desarrollado la labor de Cáritas.