
[16-12-25] El Coliseo
UN ANFITEATRO EN HONOR Y GLORIA DEL EMPERADOR VESPASIANO
El Coliseo o Anfiteatro Flavio es una obra mundialmente conocida. Un anfiteatro es un gran espacio público de la civilización antigua, preparado para acoger espectáculos de todo tipo. Un extraordinario monumento que representa, como ningún otro, la inigualable grandeza del Imperio Romano, cuyo desarrollo perduró durante casi 600 años (del año 27 a. C. al 476 d. C.). Este anfiteatro fue dedicado al emperador Vespasiano, quien murió en el año 79, aún sin haberse finalizado el edificio; se había completado solo hasta el tercer piso, faltaba el nivel superior, que fue terminado por su hijo Tito en el año 80. El emperador Vespasiano pudo construir este inmenso edificio gracias a la importante cantidad del tesoro que los romanos saquearon tras la victoria de la primera Gran Revuelta Judía del año 70.
ORÍGENES Y ANTIGUOS USOS
El Coliseo fue construido y fundado en el siglo I por la dinastía Flavia de emperadores romanos. Durante varias centurias fue escenario de innumerables espectáculos: luchas de gladiadores (“munera gladiatoria”), naumaquias o batallas navales cuando la arena se inundaba completamente de agua, ejecuciones y escarmientos públicos ejemplares, exhibiciones de caza de animales, y, por supuesto, escenario único donde se representaron las mayores tragedias del teatro antiguo inspiradas en la mitología clásica. Es, además, el lugar donde, según la tradición y algunos textos del historiador y Padre de la Iglesia primitiva, Eusebio de Cesarea (siglo IV), y según también algunas Mirabilia Urbis Romae (una especie de guías turísticas de Roma) del siglo XI, o más recientemente, de acuerdo con los estudios del profesor de Historia de la Iglesia de la Pontificia Universidad Lateranense de Roma, el Dr. Pier Luigi Guiducci (2017), se derramó la sangre de los primeros mártires cristianos. En efecto, algunos sufrieron allí la damnatio ad bestias, literalmente, la “condena a las bestias”.
UN NOMBRE TOMADO DE UNA ESTATUA COLOSAL DE NERÓN
Es justo que al Coliseo se le recuerde como el Anfiteatro Flavio (en memoria del citado emperador que lo construyó, Tito Flavio Vespasiano), aunque sabemos que hoy todo el mundo lo reconoce como el Coliseo (Colosseo en italiano), porque junto a él se erigió una gigantesca y “colosal” estatua de bronce, llamada el Coloso, de casi treinta y cinco metros de altura y que representaba la extravagante figura del emperador Nerón, uno de los tiranos más sanguinarios y despiadados del mundo romano. El Coloso era una obra de bronce del escultor Zenódoro y medía 110 pies de alto, unos 32,52 metros. Fue el propio Nerón quien la encargó, y desde entonces hasta su desaparición fue conocida como el Coloso (Colosseum), de donde, de forma fortuita, tomó su nombre popular todo el anfiteatro flavio. Inicialmente, esta estatua se encontraba justo en el vestíbulo de la ostentosa Domus Aurea (la Casa de Oro, con una lujosa decoración que incluía incrustaciones de oro, piedras preciosas e marfil), también construida por el propio Nerón para uso personal. Pero, como hemos dicho, por la proximidad al anfiteatro Flavio, este acabó siendo llamado “el Colosseo”. En la actualidad apenas se conserva nada, aunque todavía es visible el basamento de piedra de toba volcánica sobre el que se alzaba la estatua.
UN EDIFICIO IMPRESIONANTE
El Coliseo es el segundo edificio más grande del mundo antiguo, justo después de la pirámide egipcia de Guiza, con un magnífico aforo para casi 60 000 espectadores. En 1980 la Unesco lo declaró, con toda justicia, Patrimonio Mundial de la Humanidad, y el 7 de julio de 2007, mediante un procedimiento quizás excesivamente mediático, fue reconocido por la New Open World Corporation como una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno.
UN PARADIGMA DE LA ARQUITECTURA OCCIDENTAL
Si hablamos del Coliseo podríamos referirnos a muchos aspectos distintos, pero parece justo y prioritario definirlo, sobre todo, como aquel gran edificio romano que supo codificar el sistema constructivo que durante muchos siglos ha sido el gran modelo a imitar por innumerables arquitectos y edificios de todos los países de la cultura occidental. ¿Y cómo fue esto?
LA ARQUITECTURA DE LOS ÓRDENES CLÁSICOS
Veamos: estamos hablando, por supuesto, de la tan conocida y afortunada superposición de los llamados órdenes constructivos clásicos: el sobrio y masculino orden Dórico (así denominado en Grecia) o Toscano (así denominado en Italia, especialmente en la región etrusca de la Toscana), que observamos en la planta baja del Coliseo; el esbelto y más femenino orden Jónico, con sus elegantes volutas, que aparece en el primer piso; y, en tercer lugar, el exuberante y más ornamentado orden Corintio, el cual, con los famosos capiteles decorados con hojas de acanto, corona el tercer tramo de este gran edificio. Una arquitectura inteligente y robusta, en definitiva, que fue capaz de unir y equilibrar los arquitrabes o estructuras horizontales arquitravadas junto con el sabio sistema curvo de los arcos de medio punto. Una herencia para todos los tiempos y lugares, especialmente cultivada y aprovechada en Europa y América.
ALIMENTO PARA LOS PEREGRINOS DE LLEIDA
Queridos amigos, no basta con ver monumentos. También debemos alimentarnos biológicamente. Os propongo, a solo dos minutos del Coliseo, un merecido descanso en la trattoria (restaurante) “Il Bocconcino” (que significa “pequeña porción, delicadeza, golosina…”), un lugar plácido y acogedor. Destacan sus peculiares bucatini all’amatriciana (sabrosos espaguetis gruesos, huecos en su interior, elaborados al estilo de la zona de Amatrice, popular núcleo de la región romana del Lazio), que aquí, además, se condimentan con bacón y tomate.También es famoso el zabaione de la casa, que son unos populares postres italianos hechos con crema de yema de huevo, azúcar y vino dulce que suele ser el Marsala, vino procedente de una ciudad siciliana del mismo nombre y con privilegiada denominación de origen, aunque antiguamente se empleaban también vinos griegos o de Chipre. ¡Buen provecho!
Ximo Company. Delegación de Patrimonio Artístico
Foto: El Coliseo, 72-80 d. C., Roma, detalle de su interior. Esta cruz fue colocada por el papa Pío XI con motivo del Año Jubilar de 1925. Entonces se recuperó el rezo del “Vía Crucis”. Mucho antes, en 1749, el papa Benedicto XIV ya había colocado otra cruz en el centro, en recuerdo de los mártires cristianos.
