Us dejamos con un artículo de Ramon Prat que hoy (2-4-2020) publica la prensa local. 

 

Saldré el Sol

 

La coincidencia del Covid 19 con la Cuaresma en su camino hacia la Pascua, no es un hecho casual, sino una ocasión que nos puede ayudar a desvelar la esperanza ante la gran crisis que afecta a la humanidad. La pandemia nos plantea tres grandes desafíos: el primero dirigido a la ciencia, el segundo a la razón y el tercero a la fe.

 

La ciencia conserva su valor de siempre --muy cierto, se saldrá de esta crisis actual de la salud--, pero tiene que reencontrar la humildad propia del verdadero científico. La ciencia es un método de investigación, pero de ninguna forma es un dogma. De lo contrario, tal y como los hechos nos lo están demostrando, la ciencia puede acontecer un “gigante con pies de barro”.

 

La razón, tiene que seguir reflexionando sobre las causas profundas y los efectos de esta crisis, que no es solo una crisis de salud, sino una crisis del modelo de vida de la humanidad. La pandemia del Covid 19 no se podrá resolver auténticamente si al mismo tiempo que trabajamos para recuperar la salud colectiva, no erradicamos las epidemias del hambre de los que mueren de hambre, de las víctimas de la guerra, de los que mueren en el Mediterráneo...

 

 

Además, la razón humana, a pesar de ser luminosa, siempre es penúltima, porque se le escapa una respuesta fehaciente al reto inexplicable del sufrimiento de los inocentes, y del enigma de la muerte.

 

La fe tiene que seguir proclamando la esperanza que brota del amor de Dios a la humanidad, inseparable del amor de los seres humanos entre nosotros mismos, pero lo tiene que hacer con sencillez y temblor, porque no tiene que anunciar la esperanza en abstracto y con prepotencia, sino en medio de las turbulencias de los hechos diarios, y siempre en solidaridad con todo el mundo sin distinción de edad, ideología, y espiritualidad humanista agnóstica, atea o religiosa. Tenemos que seguir trabajando, pues, todos juntos en solidaridad, empleando las vías de intervención que nos ofrecen la ciencia, la razón y la fe.

 

La bendición Urbi te Orbe del Papa Francisco, a solas, en la plaza de San Pedro de hace unos días, es un símbolo profético de esta esperanza, porque nos recuerda que vivir encarnados a la polis (ciudad) nos reporta muchos bienes, pero no nos permite escabullirnos del sufrimiento y de la muerte.

 

Aun así, la Pascua anuncia que la última palabra no está en manos de la muerte sino de la resurrección... Desprendido de esta cuaresma grisácea que vivimos, saldrá el Sol de la Pascua... y ya hay algunos indicios de esta albada pascual: todas las personas que aman y con un coro esperanzado están comprometidas a resolver los problemas humanos y viven el presente con confianza y abandono, porque han descubierto que nadie se salva solo.

 

Saldrá el Sol... no tengamos miedo... es Pascua.

 

Ramon Prat
 
Teólogo