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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
Autoria
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Fecha publicación: 
Vie, 05/04/2018

Una noticia leída a mediados de abril en un medio de comunicación y con un título parecido a éste, los obispos catalanes no se atreven a solicitar la ayuda de la renta a sus diocesanos, me impulsó a escribir estas líneas. Por convicción personal y por compromiso con la responsabilidad pastoral que la Iglesia me ha encargado.

            Repasando algunas notas e informaciones sobre este tema caí en la cuenta de que el año pasado no lo abordé aunque sí el anterior. Hago esta referencia porque no quiero pecar de pesado por reiterativo en la petición de ayuda económica ni de ausente por el silencio o por falta de atrevimiento para recordar a todos el compromiso con la Iglesia Católica.

            El marcar la casilla de la Iglesia en el impreso es una decisión muy personal. No se permite ningún tipo de coacción. Es la consecuencia clara de la radical libertad de todo ciudadano que está obligado a cumplimentar la declaración anual de la renta. Hay muchos otros que, por sus reducidos ingresos, están exentos de esta obligación aunque reconocen su ayuda a la Iglesia de otras muchas formas. A unos y a otros les agradezco su favorable disposición.

            El marcar la referida casilla se ha convertido también en un reflejo de la aceptación social de la misma Iglesia. Parece pasar un examen para recibir el premio o el castigo de los contribuyentes según se porte aquélla con relación a las propias ideas o deseos de cada uno. Es curioso que en este caso se dan los dos extremos del arco ideológico: el que borraría la casilla para que Iglesia no recibiera un euro de nadie debido a sus prejuicios sobre la historia pasada de la institución o por el mismo comportamiento de los católicos situados en sus antípodas y, por el contrario, el que quiere ajustar cuentas con su Iglesia y presume de negar en su declaración la ayuda porque algunos miembros, generalmente los dirigentes o la jerarquía, no se acomodan a sus planteamientos sociales o políticos. En un caso o en otro se dispara un tic de repulsa que suena a desprecio o a amenaza.

            Me gustaría salir al paso de este doble impulso que perjudica gravemente a todos aquellos que pueden sentirse beneficiados por la acción de la misma Iglesia. Es mucho lo que realiza en los distintos sectores que trabajan en favor del ser humano en su integralidad, desde el culto y la enseñanza hasta los servicios de atención a los más desfavorecidos. No hay compartimentos estancos; es un todo global que permite la ayuda al ser humano ofreciendo la cosmovisión cristiana de la vida y acentuando la fraternidad.

            No dudo que la totalidad de los católicos entenderá la apreciación anterior y habrá asegurado que él mismo, o su gestor, haya marcado la “x” en la correspondiente casilla. Aprovecho para invitar a marcar también la correspondiente a “otros fines sociales”. Es posible canalizar una pequeña parte de nuestros impuestos hacia ambos frentes. Tras una decisión muy personal, muy libre y bien pensada. Me atrevo también a solicitar esta misma decisión y ayuda a todos aquellos con otras convicciones pero que observan con aprecio la labor de muchos católicos en el entorno. No creo que es pedirles demasiado y lo hago desde la gran consideración que les profeso.

            En estas tierras ha descendido mucho el número de solicitudes positivas para esta opción. Es cierto que en nuestro caso debemos de hacer un gran esfuerzo por presentar las actuaciones de la Iglesia con humildad y con verdadera convicción. Hay mucha gente que empatiza con nuestro planteamiento. Sólo una palabra que nace del corazón de todos los beneficiarios y en nombre de todos ellos: gracias por vuestra opción favorable.

                                                                  + Salvador Giménez, obispo de Lleida