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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 06/16/2013
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La problemática sobre el Bautismo de los niños siempre ha estado presente en la historia de la Iglesia y algunos vuelven a cuestionarlo ahora, dada la situación de alejamiento de la vida cristiana en la que parecen vivir algunas de las familias que lo solicitan para sus hijos.

Pero la Iglesia, apoyándose en las palabras de Jesús ("Si uno no renace del agua y del Espíritu Santo, no puede entrar en el Reino de Dios"), siempre afirmó que los niños no debían ser privados del Bautismo, aunque no se puedan dar cuenta de su importancia.

Sin embargo y dicho esto, hay que añadir que es imprescindible que sean educados en la fe en la que son bautizados, para que no quede infecundo el don que Dios les concede "en la fe de la Iglesia".

Naturalmente, la tarea más importante en el Bautismo de los niños la tienen sus PADRES: al decidir el Bautismo del hijo/a, deben contar con un tiempo suficiente para prepararse de manera adecuada (espiritual y catequéticamente) y querer hacerlo, para poder intervenir en la celebración participando de manera activa y asumiendo, ante Dios y la Iglesia, los compromisos que derivan de su fe y de su misión educativa.

Además están los PADRINOS, que son como una ampliación de la familia de los niños que reciben el Bautismo, y que asumen la gran tarea de colaborar con los padres para que el niño que apadrinan llegue a profesar personalmente su fe algún día y la exprese en la realidad de su vida. Repetimos la pregunta que hemos hecho otras veces: ¿Cómo asegurar esto si ellos mismos no tienen muy clara la fe y la vida cristiana?

Hay que insistir en la importancia del padrino o madrina en el sacramento del Bautismo, como un acompañante cualificado que debe poder apoyar al neófito en su caminar en la vida como cristiano, en el caso de que sus padres no puedan hacerlo por algún motivo. Por eso la Iglesia pide edad y capacidad para asumir esta función de padrino/madrina.

Normalmente, el Bautismo debe celebrarse en la propia Iglesia Parroquial, para manifestar más claramente que se vive como "sacramento de la fe de la Iglesia y de la incorporación al Pueblo de Dios", que se hace presente y visible en la Comunidad Parroquial.

Habrá también que recordar a los propios miembros de la Comunidad Parroquial que acoge a los neófitos, que tienen un papel importante en el Bautismo de los niños antes, durante y después de la celebración. Sería bueno encontrar fórmulas para que esta conciencia fuese difundiéndose y haciéndose visible de algún modo. Como Iglesia, debe acompañar a estas familias y apoyarlas para que puedan hacer un camino de respuesta coherente a la decisión tomada.

Es decir: estos niños (y sus familias) tienen derecho a ser acogidos, amados y acompañados (ayudados) por la Comunidad Cristiana, la cual no sólo ha de ofrecerles sus servicios catequéticos para su crecimiento posterior, sino su amorosa presencia ya desde el primer momento. En realidad lo que todos queremos es hacer las cosas lo mejor posible.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+Joan Pirirs Frígola, Obispo de Lleida