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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
Autoria
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Fecha publicación: 
Vie, 11/09/2018

Queridos diocesanos:

El pasado día 14 de octubre el papa Francisco presidió la Santa Misa y la canonización de siete beatos. Dos muy conocidos, el papa Pablo VI y el arzobispo Óscar Romero y los otros llamados «beatos de la caridad» (Francesco Spinelli, Vincenzo Romano, María Catalina Kasper, Nazaria Ignacia March y Nunzio Sulprizio), muy venerados en sus propios países o congregaciones. En la ceremonia en la plaza de San Pedro del Vaticano se notaba una profunda alegría y un mayor agradecimiento a Dios por situar a estas personas como modelos a seguir para todos los cristianos que desean caminar tras las huellas de Jesús. Me parece que muchos de vosotros seguisteis la celebración por medio de alguna cadena de televisión o de radio y acierto si digo que os conmovió el acontecimiento y os hizo reflexionar mucho la homilía del Papa.

Mi comentario de hoy se centra en los dos santos más conocidos sin restar importancia a las virtudes de los otros cinco. Cada uno de ellos tiene sus propias características personales que son susceptibles de ejemplaridad para todos; de ninguna manera unos son más relevantes que otros.

El primero es PABLO VI. Su nombre de bautismo fue Juan Bautista Montini, nació en Concessio, cerca de Brescia, en Lombardía, al norte de Italia, el día 26 de septiembre de 1897 y murió en Castelgandolfo el día 6 de agosto de 1978. Fue el 262 Pontífice de la Iglesia católica, elegido en junio del año 1963 sucediendo a san Juan XXIII. Fue beatificado el 19 de octubre de 2014 y aceptado un milagro que se incorporó a la causa de canonización. Continuó y clausuró el Concilio Vaticano II (1962-1965) que ha sido el acontecimiento más trascendental del siglo XX para nuestra Iglesia.

Según mi parecer este gran hombre puede ayudarnos en alguna de sus facetas personales. Muy preocupado por los problemas del mundo, es llamado «el Papa de la vida» por su defensa de la concepción; algunos lo conocen como el hombre del diálogo; fue muy ecuánime en todos los asuntos de la Iglesia tras las corrientes postconciliares y manifestó siempre un canto a la esperanza en el Dios de Jesucristo que nos trae la salvación para toda la humanidad.

El segundo es ÓSCAR ARNULFO ROMERO, arzobispo de San Salvador. Nació el día 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, del departamento de San Miguel; fue asesinado en el altar mientras celebraba la Santa Misa el día 24 de marzo de 1980. Justo diez años después se inició la causa de canonización y se presentó de modo formal a su sucesor Arturo Rivera. Desde entonces recibió el título de Siervo de Dios. El día 3 de febrero de 2015 fue reconocido por la Iglesia como mártir «por odio a la fe» al ser aprobado por el papa Francisco el decreto de martirio correspondiente. El día 23 de mayo del mismo año fue beatificado en la plaza del Salvador del Mundo.

Se trata del primer salvadoreño en ser elevado a los altares y el primer arzobispo mártir de América. Muy querido por su pueblo mientras vivió y reconocido como santo, de inmediato tras su muerte, por todos los que lo conocieron. Fue un signo de contradicción en medio de un mundo golpeado por la violencia del poder constituido y por las fuerzas contrarias.

Fue tildado de comunista por unos y de traidor por otros. Fiel a la Palabra de Dios y a la Doctrina Social de la Iglesia, reprobó toda violencia y fue víctima de la misma. Comprometido totalmente con su pueblo llegó a decir «Que mi sangre sea semilla de libertad». A nosotros nos enseña el camino de la paz, la entrega a los más pobres y la denuncia profética de las injusticias. Rogad por nosotros.

Con mi bendición y afecto.

† Salvador Giménez Valls. Obispo de Lleida