El Papa Franciaco toma la parábola del Buen Samaritano com ejemplo para enviarnos su mensaje con motivo de la 48ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que, pese de celebrarse el próximo 1 de junio, se hace público ahora coincidiendo con la festividad de San Farncisco de Sales, patrono de los periodistas.

El Santo Padre escoge esta parábola como ejemplo de cultura de encuentro, de proximidad a los demás, para enseñarnos cómo hacer un uso evangélico de la comunicación. Por eso, cuando el buen samaritano se acerca a socorrer al hombre medio muerto que encuentra en el camino no lo hace porque se identifica con el herido, sino porque se siente herido él mismo.

Y en esta cultura de encuentro con los demás, de buscar la proximidad, tienen un papel fundamental los medios de comunicación. Éstos nos están haciendo un mundo cada vez más pequeño, con una globalización que también nos hace más interdependientes, pero retratándonos, al mismo tiempo, un mundo lleno de desigualdades, divisiones, contrastes y conflictos sociales, políticos, ideológicos y religiosos, recuerda el pontífice.

Esta realidad comunicativa de hacernos más cercanos también puede servir para impulsar la solidaridad y el compromiso para una vida más digna para todos. Es una oportunidad “para romper los muros que nos dividen y que sólo superaremos si estamos dispuestos a escuchar y aprender los unos de los otros”, dice el Papa apelando a dialogar para resolver las diferencias. “Dialogar significa estar convencido de que el otro tiene algo bueno que decir. Dialogar no significa renunciar a las ideas propias y a las tradiciones, sino a la pretensión de que éstas sean únicas y absolutas”.

Es en este sentido en que el Papa Francisco cree que hay que aprovechar los ventajas de las nuevas tecnologías de la comunicación social – “No tengáis miedo a haceros ciudadanos del mundo digital”, dice -, para acercarnos a los demás en la misión evangelizadora de la Iglesia. El potífice llega a calificar internet como un “don de Dios”, porque “ofrece más posibilidades de encuentro y solidaridad entre todos”.

Reconoce que existen aspectos problemáticos: la velocidad con que se suceden las informaciones, que superan nuestra capacidad de reflexión y juicio; la variedad de opiniones, que puede ser percibida como riqueza, pero al mismo tiempo puede cerrarnos en una esfera hecha de informaciones que correspondan sólo a nuestras expectativas; la desorientación, producto de la intoxicación, y el aislamiento de nuestro entorno, fruto del obsesivo deseo de estar conectados permanentemente. Pero también nombra las ventajas y el peligro de quedar excluídos si se renuncia a estos nuevos medios.

El Papa Francisco valora todo este horizonte para manifestar que “la revolución de los medios de comunicación y de la información constituye un gran y apasionante desafío, que requiere energías renovadas y una imaginación nueva para transmitir a los demás la belleza de Dios”. Y acaba afirmando que “el interés y la presencia de la Iglesia en el mundo de la comunicación son importantes para dialogar con el hombre de hoy y llevarlo al encuentro con Cristo”