
Por Jordi Curcó Pueyo, presidente de la Agupació Ilerdenca de Pessebristes
Un año más, y ya son siglos, Lleida celebrará esta tarde, en la víspera de la festividad de Santiago, una nueva edición de la tradicional y popular 'Romeria dels Fanalets', que nuestra entidad tiene el gozo y al mismo tiempo el honor de promover y organizar.
Antigua es, y mucho, esta tradición. La primera referencia documental de la fiesta la encontramos en el libro IV, capítulo VI de la Crònica Universal del Principat de Catalunya, escrita por el cronista Jeroni Pujades en el año 1600 y publicada por Jeroni Margarit en 1609, donde dice: “Tenen en Leyda una Capella de sanct Jaume al carrer del Peu del Romeu: y es fama continuada de pares à fills, que lo sanct en aquest seu passatje posá allí. Y los minyons la nit de la festa del sanct, van ab llanternetes de paper ab llums: à las quals diuhen sanct Jaumets en memòria de la predicació que lo Apòstol feu en dita Ciutat”.
Si damos por bueno este documento, este año estamos de aniversario: nada menos que 425 años de celebración ininterrumpida. Pero Pujades ya habla de “fama continuada”, lo que significa que incluso entonces la fiesta venía de lejos, y que tal vez debemos referirnos a 500 años de antigüedad, o al menos a esos 425 documentados.
El segundo documento histórico donde aparece referenciada la tradición lo encontramos en el Archivo Capitular de la Catedral de Lleida, en un libro manuscrito del canónigo Pere Joan Finestres titulado Fragmento Histórico de la Catedral, Iglesias y Ciudad de Lérida. Finestres, nacido en Barcelona en 1690 y muerto en Cervera en 1769, fue profesor de Derecho Canónico en su Universidad y canónigo de la catedral de Lleida. En este libro de 1760, narra que Sant Jaume, en su paso por Lleida, se clavó una espina en el pie que le impedía caminar, siendo auxiliado por ángeles del cielo que descendieron con farolillos iluminando la oscura noche. El canónigo destaca el carácter sobrenatural de la ayuda recibida por Sant Jaume.
A estos dos documentos escritos, hay que añadir el relato popular transmitido de padres a hijos, sustentado en una narración legendaria que evoca los orígenes del cristianismo en Lleida y deja constancia del paso del Apóstol. La leyenda, recogida por cronistas e historiadores, cuenta que: “Sant Jaume llegó hasta los pies de las murallas que rodeaban y protegían Lleida. Era de noche, cansado y hambriento, se detuvo a descansar. Poco después, atravesando una de las puertas de la muralla, se adentró en la ciudad y continuó caminando cuesta arriba, pero a pesar del cuidado que ponía, pisó una zarza y se clavó una espina en el pie que le impedía avanzar. Dolorido, se vio obligado a detenerse y, aunque intentó quitarse la espina, la oscuridad hacía infructuosos sus esfuerzos. Como sufría tanto, sus profundos quejidos llegaron hasta los oídos de los ángeles del cielo, que acudieron en ayuda del peregrino con farolillos de luz, iluminando la oscuridad y facilitando que el Santo Peregrino pudiera sacarse la espina y continuar su camino”. Aunque esta ha sido la versión legendaria más popular y conocida, existe otra que atribuye a los niños de Lleida —y no a los ángeles— el gesto de acudir en auxilio del santo con luminosos farolillos.
La leyenda pronto se plasmó en una antigua y arraigada costumbre, cuando al anochecer del 24 de julio los niños salían a las calles con farolillos encendidos. Aquella manifestación infantil, espontánea y desorganizada, siguiendo las supuestas huellas que dejó en Lleida el apóstol Jaume, es el origen de la actual 'Romeria dels Fanalets de Sant Jaume', que esta tarde volverá a llenar de luz las calles de Lleida con una multitud de niños con farolillos. Una fiesta, religiosa por sus orígenes y al mismo tiempo popular, por el hecho de que los leridanos se la han hecho suya y la han mantenido muy viva.
Su justificación recae en la leyenda del milagro de Sant Jaume y la espina, pero el verdadero milagro del apóstol ha sido conservar esta tradición durante casi 500 años, o al menos 425 y más... Por todo ello, la Generalitat la declaró el 27 de septiembre de 2022 Fiesta Patrimonial de Interés Nacional, y estamos contentos y orgullosos. ¡¡¡Por muchos años más!!!