
[03-09-25] Pensar es dialogar con uno mismo, decía Platón. Eso no elimina el diálogo con los demás, ya sea en persona o a través de sus textos. Pero, si ese diálogo no deja semilla en nosotros haciéndonos pensar, entonces sería una charlatanería. Por eso, pensar requiere también el diálogo con nosotros mismos a través de la interlocución con los otros y sus libros. Es así que a menudo se dice que uno dialoga con los autores que hay en su biblioteca y que estos siempre están presentes.
Ahora bien, esta biblioteca se ha conformado por voluntad propia, no por aluvión, del mismo modo que generalmente elegimos a nuestros interlocutores, es decir, elegimos con quién dialogamos. Nos encontramos con mucha gente, algunas veces por casualidad y otras por obligación. Hablamos con ellos, educadamente, pero no por eso establecemos un diálogo. El diálogo requiere un componente de voluntariedad, del mismo modo que los libros que forman parte de nuestra biblioteca están allí porque nosotros queremos que estén.
Todo esto a propósito del hecho de que disfrutamos en Lleida de la biblioteca personal del Premio de Honor de las Letras Catalanas de este año, profesor de filosofía y sabio donde los haya, Pere Lluís Font. Ha hecho una donación al IREL (Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Lleida) y en la sede del Instituto se encuentra. Los leridanos debemos felicitarnos por disfrutar de este tesoro. Asimismo, debemos felicitarnos porque el IREL ha convenido con la UdL que el fondo bibliográfico, de unos 5000 volúmenes, forme parte del catálogo de la Universidad de Lleida, y así esté abierto al mundo entero.
Los libros nos pueden informar, también lo hace la red y los medios digitales, podéis decir. Muy cierto. Y quizás lo hacen de una manera más rápida y cómoda. También muy cierto. Pero del mismo modo que se puede comer más deprisa, no se puede digerir más deprisa. Digerir requiere tiempo y sin ese tiempo no hacemos una buena digestión y aprovechamiento de los alimentos que comemos. Del mismo modo, la información debe ser digerida para generar conocimiento y sabiduría para vivir. Podemos comer mal y la salud se resentirá. La información no elaborada a través del pensamiento también nos puede dañar y nuestra calidad como personas se verá debilitada. Una biblioteca nos ofrece el espacio en el que poder aprovechar la información para que nos haga bien. Y eso no lo hace la red. Ahora bien, como decía antes, una biblioteca no es un lugar donde se acumulan libros sin sentido, sino un espacio elaborado, es decir, pensado, para que podamos crecer como personas a través del diálogo con los textos, y por tanto, con los autores que los elaboraron. Cuando esta destilación de libros que conforman una biblioteca la ha hecho un sabio, entonces podemos decir que disfrutamos de un tesoro. Lleida, en el IREL, y también a través de la UdL, disfruta de uno de estos tesoros: la biblioteca del profesor Pere Lluís Font, su patria, que también es un poco más la nuestra. Por último, quiero destacar la colaboración institucional para poder disfrutar de este tesoro, a través de la tercera pata de colaboración con el IREL y la UdL, que es el IEI, financiando buena parte de las tareas de catalogación.
Ítalo Calvino, en su justificación de por qué hay que leer a los clásicos, decía que un texto es clásico cuando no solo hay que leerlo, sino que nos apetece releerlo, o sea, pensar y repensar con los autores que nos acompañan. Con la biblioteca Pere Lluís Font en el IREL, y muy pronto en el catálogo de la UdL, podemos repensarnos para aprovechar tanta información como el mundo contemporáneo nos ofrece, pero sobre todo, para crecer en humanismo y, por tanto, en sentido de vida. Lleida, y desde Lleida el mundo, disfruta de un espacio y un fondo bibliográfico de excepción. ¡Felicitámonos por ello!
Josep Maria Forné
Profesor de filosofía y miembro del consejo técnico del IREL