
[15-07-25] Teatro dell’Opera o Teatro de la Ópera de Roma.
HOY VAMOS A LA ÓPERA
No muy lejos del recogido espacio de Santa Maria della Vittoria que visitamos la semana pasada, tomando la Via Torino, se llega hasta la diminuta Piazza Beniamino Gigli, donde se encuentra el gran Teatro dell'Opera di Roma. Mirad y recordad, queridos amigos, que a nosotros, no solo por el hecho de ser peregrinos, sino porque, en tanto que catalanes –y europeos– y, sobre todo, en tanto que “hijos de Dios”, nos gustan las cosas bellas. Sí, tendemos a la Belleza con mayúscula. Por eso hoy os llevo al Teatro de la Ópera de Roma. Sí, porque os lo merecéis de verdad. Y, si es posible, iremos a ver y escuchar una gran obra: La traviata (La descarriada), sublime ópera en tres actos compuesta en 1852 por Giuseppe Verdi, basada en La dama de las camelias del dramaturgo francés Alexandre Dumas. Esta gran pieza operística se estrenó en Venecia el 6 de marzo de 1853. En Barcelona pudo verse en el Gran Teatre del Liceu el 25 de octubre de 1855. Una bellísima obra de la dramaturgia mundial. No obstante, antes debemos conocer un poco mejor el Teatro de la Ópera de Roma. ¿Qué encontramos en este gran teatro?
UN TEMPLO ROMANO PARA LA MÚSICA
La verdad es que, aparentemente, se trata de un edificio discreto (al menos en su exterior) del año 1880, algo reformado a finales de los años veinte del siglo XX. Su estilo es neoclásico, obra del arquitecto milanés Achille Sfondrini (1836-1900), experto precisamente en la construcción y remodelación de varios teatros italianos. También se le conoce como Teatro Costanzi (en agradecido recuerdo de su benemérito impulsor y fundador, Domenico Costanzi). Es un edificio discreto, sí, pero os aseguro que es muy significativo para la historia de la ópera en todo el mundo.
EL TEATRO POR DENTRO
En su interior, bajo una extraordinaria y exquisita lámpara de vidrio de Bohemia, de 6 metros de diámetro, que enseguida acapara la atención, se han desarrollado y se siguen representando los mejores espectáculos de la lírica mundial. En este interior, el teatro adquiere sin duda una prestancia indiscutible. Tiene planta de herradura, con cuatro pisos de elegantes y suntuosos palcos, un anfiteatro y dos galerías, que culminan en una cúpula decorada con frescos del no demasiado conocido pintor italiano Annibale Brugnoli (1843-1915), natural de la región de Perugia; lo mejor que pintó Brugnoli en el Teatro de Roma tuvo lugar en la década de 1880. Por supuesto, el impacto visual del interior de este teatro es mucho más sorprendente y llamativo que lo que se observa en sus sobrios acabados exteriores.
UNA INAUGURACIÓN ESPECTACULAR
Este teatro cuenta con 1.600 cómodas butacas, algunas, como hemos dicho, situadas en sus individuales y suntuosos palcos privados. Su inauguración fue espectacular y tumultuosa, ocurrida el 27 de noviembre de 1880 con la representación de Semiramide, ópera en dos actos de Gioachino Rossini (1792-1868), obra inspirada en la famosa tragedia Semíramis de François-Marie Voltaire. Su libreto reformulado, escrito por Gaetano Rossi, versa sobre la legendaria y seductora Semíramis, reina algo siniestra de Babilonia. La verdad es que, a aquella primera y memorable representación, asistieron nada menos que los mismos reyes de Italia: Humberto I y Margarita Teresa. Fue un acto verdaderamente fascinante. Inolvidable. Al mismo tiempo, resulta imposible olvidar la irrepetible estela de los grandes artistas que han cantado en este insigne santuario de la ópera, como Caruso, Callas, Caballé, Carreras, Plácido Domingo o Pavarotti. Sus bellísimas y privilegiadas voces han resonado en el interior de este gran Parnaso (la montaña sagrada griega que es la patria simbólica de las musas) de la música universal.
ALGUNAS REPRESENTACIONES INOLVIDABLES
Ciertamente, este teatro romano es un punto neurálgico inequívoco de las grandes representaciones de la lírica europea. Entre ellas brilla el inolvidable estreno de Tosca, de Giacomo Puccini, el 14 de enero de 1900. Una fecha y un acontecimiento musical y operístico de primer orden en la historia de Roma. Para muchos, fue el mayor espectáculo teatral de la historia. También aquí se llevó a cabo la primera representación en Italia de Parsifal, de Richard Wagner. Y también en este teatro romano se ofrecieron memorables escenificaciones de los Ballets Rusos de Serguéi Pávlovich Diáguilev (1872-1929).
JULIO Y AGOSTO: ÓPERAS A LA LUZ DE LA LUNA DE ROMA
Cabe recordar, finalmente, que el programa de verano del Teatro de la Ópera de Roma se realiza al aire libre. Durante los meses de julio y agosto las óperas se celebran bajo el cielo y la luna de Roma, al fresco, en el mágico marco de las Termas de Caracalla, donde se puede disfrutar de una experiencia única y sugerente que atrae cada año a un gran número de turistas. Al fin y al cabo, es una buena manera de resistir el duro y asfixiante ferragosto romano.
ESTRATEGIAS CLAVE DE PEREGRINOS Y TURISTAS INTELIGENTES
Queridos amigos, en Roma alguien nos tendrá que decir que esta ciudad es interminable y agotadora. Los esfuerzos culturales y turísticos deben dosificarse y administrarse con sabia inteligencia. Las fuerzas deben recuperarse. Tal vez nos convendrá, de vez en cuando, tomar un helado, un buen refresco, o al menos un reconfortante cappuccino romano. No lo olvidéis. Y si necesitáis más, pasad por la Hostaria Romana, no muy lejos de aquí, en la Via del Boccaccio, 1, y preguntad por su comida casera y bastante económica. Por ejemplo, una buena carbonara, o sus famosos bucatini all'amatriciana, sabrosos espaguetis gruesos, huecos en su interior, elaborados al estilo de la zona de Amatrice, popular núcleo de la región romana del Lazio. Buen provecho y hasta la semana que viene.
Ximo Company. Delegación de Patrimonio Artístico
Foto: Achille Sfondrini, “Teatro de la Ópera de Roma”, 1880, reformado a finales de los años 20 del siglo XX.