[14-01-25] Podríamos decir que el corazón del Vaticano lo conforma un país rodeado de elegantes murallas de ladrillo rojizo. Estas fueron construidas para protegerse de las destructivas incursiones sarracenas.

Aunque este pequeño Estado tiene varias zonas de acceso libre, la mayor parte de su conjunto está rodeado por las imponentes Murallas Leoninas, hechas de delgados y muy formidables ladrillos (el famoso laterizio romano) con una base original en forma de talud. Fueron realizadas en el siglo IX por el papa León IV (de ahí el nombre de "leoninas") y reformadas por Miguel Ángel en el siglo XVI. Como hemos mencionado, fueron construidas principalmente para protegerse de las invasiones musulmanas. Sus ángulos están reforzados con una robusta piedra de travertino romano.

Estas murallas son bellísimas. ¿Por qué? Porque fueron impecablemente reformadas bajo la atenta mirada estructural, plástica y estética del gran Michelangelo Buonarroti (Miguel Ángel). ¡Qué mirada tan suprema la de este gran artista florentino! Es indescriptible ver y descubrir cómo se ha logrado la perfección y la belleza constructiva de los ladrillos, uno por uno, de estas pulcras y elegantísimas Murallas Leoninas, que conforman la llamada Civitas Leonina.

Este magnífico conjunto arquitectónico e histórico-artístico que conforma la Ciudad del Vaticano, incluida, por supuesto, la basílica de la que hablaremos la próxima semana, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization) en 1984. Una gran suerte para el patrimonio y la cultura artística mundial; un signo de verdadera y muy esperanzadora cultura del respeto y abiertamente ecuménica.

 

Ximo Company, Delegación de Patrimonio Artístico

 

Foto: Murallas Leoninas con largas colas de visitantes que quieren acceder a los Museos Vaticanos.