Bajo el el título ‘Mujeres empoderadas. Migración en femenino’ tuvo lugar ayer por la tarde en el Institut d’Estudis Ilerdencs una tertulia con 4 mujeres migrantes que hicieron un recorrido por su historia particular. Las intervenciones sirvieron para poner de manifiesto que, pese a las dificultades, es posible tirar adelante como mujer migrante en nuestro país, pero dejando claro al mismo tiempos que “no es cierto aquello de sí quieres, puedes”. Organitada por Càritas Diocesana de Lleida, en el acto participaron Mònica Caldas (jurista), Zakia El Atoui (psicóloga y orientadora laboral), Oana Nicolaescu (abogada) y Eunice Romero (Directora general de Migracions, Refugi i Antiracisme). Todas ellas, con la moderación de la periodista Laura Gómez, relataron el recorrido de su historia personal, destacando algunos de los momentos más especiales desde su llegada a nuestro país.

Con un auditorio casi lleno, la tertulia versó sobre cuatro bloques: experiencia profesional, trayectoria profesional, sentimientos vivenciales y la mujer, hoy. En la primera parte, las protagonistas destacaron sobre todo las dificultades que encontraron para incorporarse a nuestra sociedad, no sólo por las dificultades burocráticas, sino también por el trato displicente o directamente racista recibido por paret de la gente, e incluso en su relación con funcionarios. Eunice Romero, que vino a Catalunya justamente para estudiar el fenómeno migratorio, cree que hay que “superar la autocomplacencia de una sociedad integradora y admitir que hay racismo, para poderlo combatir eficazmente”.

Por lo que respecta a la trayectoria profesional, las tertulianas evidenciaron las dificultades que encontraron, ja fuera para validar sus titulaciones aquí, o para superar reticencias en el mercado laboral. Zakia El Atoui, nacida aquí, explica que “constantemenet tengo que afrontar preguntas sobre cuál es mi país de origen por mis rasgos físicos, cuando soy catalana!” .

Entrando todavía más en el terreno personal, Mònica, Zakia, Oana y Eunice emocionaron e indignaront, practicamente a partes iguales, al numeroso públic present en el acto cuando explicaron diversas situaciones personales en que se han sentido despreciadas. Pusieron como ejemplo de microracismo el hecho de que la gente se les dirija por defecto en castellano y, a veces, a gritos.