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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 06/01/2014
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Cuarenta días después de Pascua, celebramos la fiesta de la Ascensión del Señor. Los discípulos han reencontrado a Jesús resucitado que los envía a difundir la Buena Nueva y promete que estará con ellos todos los días hasta el fin del mundo. Tendrán que aprender a vivir con Él con otro tipo de presencia, como es nuestro caso y el de todos los cristianos, pero el envío de Jesús será a dar testimonio hasta el extremo de la tierra (Hch 1,8).

En el mensaje del Papa para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que celebramos habitualmente en este Día de la Ascensión, se habla de que el mundo se va haciendo cada día más pequeño y que esto debería hacer más fácil estar cerca los unos de otros, pero desgraciadamente las diferencias existentes siguen marcando distancias, a veces escandalosas.

Los avances que hemos logrado en el campo de las comunicaciones nos han de llevar a sentirnos más familia humana, más solidarios y comprometidos los unos con los otros. Pero esto quiere decir "encontrarnos", escucharnos más, comprendernos mejor, estar dispuestos a aprender de los demás y a respetarnos... y no solamente estar conectados. El Obispo de Roma nos pide poner la comunicación al servicio de una auténtica cultura del encuentro, de la proximidad, y mirar siempre al otro evangélicamente, como un prójimo del que nos debemos hacer cargo (Lc 10,29). Dice que la red digital debe ser un ámbito rico en humanidad. No una red de cables, sino de personas. Esto, para los miembros de la Iglesia, supone un aprendizaje necesario: hay que aprender a vivir evangélicamente también en el mundo de los medios de comunicación, en el mundo digital.

La Ascensión marca el comienzo del tiempo de la Iglesia, animada por el Espíritu, y el tiempo de la misión evangélica desde Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta el extremo de la tierra. No excluye ningún ámbito donde los humanos vivan y es lógico que el testimonio cristiano pueda llegar a lo que el Papa Francisco llama "las periferias existenciales" donde están las "calles digitales pobladas de humanidad". Y, citando el mensaje de Benedicto XVI del año pasado, nos da una clave para comunicarnos adecuadamente: no bombardeando mensajes religiosos sino con la voluntad de darnos a los demás, mediante la disponibilidad para responder pacientemente y con respeto a sus preguntas y sus dudas, caminando con ellos en búsqueda de la verdad y el sentido de la existencia humana.

Es una buena manera de ser aquella Iglesia Samaritana, de la que tantas veces hablamos, capaz de acercarse a los hermanos en el camino de la vida con el amor y la ternura necesarias para acompañarles a encontrarse con Jesucristo.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Pirirs Frígola, Obispo de Lleida