Al comenzar la persecución religiosa en España, comentaban los hermanos los temibles acontecimientos de aquellos días y algunos se sentían inquietos por el porvenir. El verdadero temple del H. Félix Amancio quedó reflejado en esta frase que él pronunció: «No hay que pasar pena; si nos matan, moriremos mártires y, con nuestras vidas repararemos plenamente, de una vez, por todos nuestros pecados».

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