P. Silverio de San Luis Gonzaga
Jaume Perucho Pontarró nació en Corroncui, parroquia de Pinyana, municipio de Pont de Suert (Alta Ribagorça) el 12 de marzo de 1864. Recibió el sacramento del bautismo el mismo día en la iglesia parroquial. Era hijo de Jaume Perucho y de Francesca Pontarró. Fue confirmado el 28 de julio de 1877 en la parroquia de San Gil de Piñana. Con pocos años de edad se queda huérfano de padre, y pocos años después de madre, siendo acogido por una familia acomodada del pueblo. Jovencito, hizo de rabadán de los pastores, y aprendió a leer hacia los 10 años: su inclinación al estudio motivó que fuera a estudiar a Lleida.
En la capital de poniente estudiaba en el Seminario y hacía de monaguillo en la iglesia de las religiosas carmelitas descalzas, donde conoció al P. Antoni Carvi, religioso carmelita descalzo exclaustrado desde la supresión de las órdenes religiosas en 1835.
A los 18 años ingresó en el Carmelo descalzo, y comenzó en 1882 su noviciado en el Desierto de las Palmas. Hizo su profesión religiosa el 30 de agosto de 1883. Comenzó los estudios de Filosofía en el mismo Desierto de las Palmas, y los continuó en Valencia en 1884. Recibió la ordenación sacerdotal el 31 de marzo de 1888. Prosiguió su formación estudiando Moral y Derecho Canónico en Ávila (1890). En 1891 fue destinado al convento de Tarragona. Hacia 1897, cuando era superior de Valencia, fue designado, el mes de octubre, vicario de Tarragona y todavía en diciembre de ese mismo año, presidente de Barcelona. Destinado a las misiones que la Orden tenía en Cuba, estuvo en el convento de Matanzas de 1904 a 1909. Volvió a su país y fue, sucesivamente, conventual de Badalona y Barcelona y Tarragona. En Tarragona ocupó el priorato entre 1923-1927, organizando grupos seglares de jóvenes y adultos con encuentros sobre temas espirituales, y dirigiendo la Cofradía del Niño Jesús de Praga.
A partir de 1927 hará de maestro de novicios, cargo que ocupaba al estallar la guerra civil. Amado por sus novicios, le llamaban cariñosamente "padre pozos y cisternas" por cuanto solucionó la necesidad de agua que tuvieron los conventos de Tarragona y Badalona.
El estallido de la revuelta de 1936 motivó que el prior, P. Pedro de San Elías, Eriz Eguiluz, organizara la salida de los 19 novicios, que repartió por diferentes casas de amigos de la comunidad, y que se desplazaran en tren hacia sus hogares. Los frailes, sin embargo, quedaron en el convento hasta horas antes de la quema de la iglesia.
El P. Silverio se refugió en casa de un amigo suyo, el Dr. Mosén Avellà, al día siguiente en casa de otros amigos y últimamente se alojó en el Hotel Internacional, hasta el día 25 de julio. Durante estos días visitó más de una vez el convento, pensando que aún podría recuperar el dinero de la comunidad. El administrador del hostal le ofreció un dinero para coger el tren en dirección a Lleida. Apenas llegado a Lleida fue detenido el día 27 de julio de 1936, en que ingresó en la cárcel de Lleida. Aún no había pasado un mes, el 20 de agosto, lo sacaron de la prisión, junto con el P. Francisco de la Asunción y Mn. Pablo Segalà. Ante una gran fosa del cementerio de Lleida los fusilaron. En ese mismo día fueron ejecutados 77 religiosos y sacerdotes. Todos fueron enterrados en una fosa común del cementerio de Lleida.