[02-09-25] San Carlino alle Quattro Fontane, San Carlos en un cruce de cuatro fuentes (II)

 

UNA OBRA ENCARGADA POR MONJES TRINITARIOS ESPAÑOLES

Esta magnífica iglesia de San Carlino, su claustro y el conjunto de su monasterio fue un encargo que la orden de los monjes trinitarios descalzos españoles hizo a Francesco Borromini en 1634. Todo estaba muy avanzado o prácticamente acabado en 1664, pero a partir de la trágica muerte de Borromini en 1667, las obras fueron rematadas por su sobrino Bernardo Borromini.

 

LOS TRINITARIOS, UNA ORDEN RELIGIOSA QUE NACE A FINALES DEL SIGLO XII

Los monjes trinitarios forman parte de la Orden de la Santísima Trinidad y de la Redención de Cautivos, aprobada por el papa Inocencio III, di Segni, el 17 de diciembre de 1198. Seguramente es una de las primeras ONG del mundo, dedicada, como pocos años después (1218) también hicieron los monjes mercedarios de Sant Pedro Nolasco, a rescatar y redimir cautivos cristianos; eso sí, no solo con las armas, sino con la poderosa armadura y el capital de la misericordia de Dios. En esta orden hubo una reforma en el siglo XVI, principalmente impulsada por el fraile castellano Juan Bautista de la Concepción (1561-1613), la cual dio origen a los mencionados Trinitarios Descalzos, dentro del marco de reformas observantes de las órdenes mendicantes que, siguiendo las directrices del Concilio de Trento, buscaban volver al carisma original de las reglas de las órdenes. Como las otras reformas (las de los franciscanos observantes y franciscanos descalzos, los carmelitas descalzos o los agustinos descalzos, por ejemplo), esta reforma quería que la vida comunitaria de los trinitarios fuese más austera y rigurosa, de acuerdo con la regla original. La primera comunidad reformada española fue la de Valdepeñas (Ciudad Real). Sin embargo, es bueno saber que estos monjes siguen hoy en plena actividad, como lo demuestra el hecho de que en 2012 celebraron el IV Centenario de la fundación de esta vetusta y reconocida comunidad trinitaria española, celebrado precisamente en el monasterio de San Carlino alle Quattro Fontane de Roma. 

 

LESS IS MORE (MENOS ES MÁS)

Otro elemento exquisitamente distintivo de este singular y pacífico conjunto arquitectónico (iglesia, claustro y monasterio) es la simplicidad de los materiales constructivos empleados. Es cierto que esto concuerda con la regla y la espiritualidad de los hermanos pobres de la Orden de los Trinitarios, pero coincide, además, con las convicciones del sobrio espíritu constructivo de Borromini, que prefería siempre los materiales más humildes como el ladrillo, el yeso o el estuco desnudo, antes que el mármol o la piedra de travertino romano; Borromini elevaba la nobleza estética de todos estos materiales sencillos mediante la técnica y el uso impoluto de sus acabados. Con ello se adelantó trescientos años a la famosa frase “less is more” (“menos es más”) que el gran arquitecto alemán Ludwig Mies van der Rohe (1886-1969) proclamó y aplicó con lucidez a la arquitectura contemporánea del siglo XX.

 

UNA FACHADA ADMIRABLE, MUY ORIGINAL, HECHA COMO DE PLASTILINA

Si examinamos su sorprendente fachada observamos que está cosida de una sola pieza y exhibe una manera increíblemente sabia de alternar lo cóncavo y lo convexo (es decir, aquello que se encoge o se hunde, y aquello que sobresale por su voluminosa prominencia), como si se tratara de una sola pieza, como hemos dicho, de suave y maleable plastilina. En el fondo, toda la iglesia, también en lo que se refiere a su acogedor y pacífico interior en forma de elipse, es una clara demostración de cómo la arquitectura se puede manufacturar de manera única e indivisible, armada y bien trabada (cohesionada) en todos y cada uno de sus puntos estructurales y decorativos.

 

SAN CARLOS BORROMEO, TITULAR DE ESTA IGLESIA, UN HOMBRE SANTO Y VERDADERAMENTE ARREBATADOR

De esta admirable fachada destaca también la escultura central de su santo titular, San Carlos Borromeo, obispo y cardenal de Milán, un hombre bueno, de Dios, muy casto, clave en la etapa inmediata al Concilio de Trento durante el último tercio del siglo XVI; colaboró en la redacción del nuevo catecismo, el conocido como Catechismus Romanus. En su testamento dejó toda su inmensa riqueza a los pobres. Fue enterrado en la cripta de la Catedral de Milán; su tumba es conocida como lo Scurolo, por la oscuridad de su interior. Pero bien, y volvemos a su mencionada escultura, esta preside con elegancia el nicho central de la fachada de San Carlino; es una magnífica obra, nada desdeñable, de aquel buen escultor, medio suizo y medio italiano, que fue Antonio Raggi (precisamente uno de los mejores discípulos de Bernini), realizada hacia 1670.

 

¡QUÉ BIEN SE ESTÁ AQUÍ! UN LUGAR PRIVILEGIADO PARA REENCONTRARSE CON DIOS

Muy estimados peregrinos, todos debemos saber descubrir y saborear los lugares privilegiados de Roma que nos devuelvan a la paz de Dios. San Carlino es uno de ellos. Por eso, en el interior, abrigado y envuelto con una tenue y bien cohesionada luz cenital, uno se encuentra confortablemente a gusto. ¡Qué bien se está aquí!, es lo que dicen y suscriben todos los fieles y turistas que con buen criterio han seleccionado la visita a este balsámico edificio barroco. Sin duda, San Carlino alle Quattro Fontane es un verdadero oasis de paz (humana y cristiana) en clave borrominesca.

 

Ximo Company. Delegación de Patrimonio Artístico

 

Foto: Francesco Borromini, San Carlino alle Quattro Fontane, 1638 y 1641, Roma, visión de su exterior.