[30-09-25] Palazzo Barberini, hoy Pinacoteca Nazionale d'Arte Antica (I)

 

UN PALACIO BARROCO A LA ITALIANA

El Palazzo Barberini es otra importante obra arquitectónica de Bernini, aunque se sabe que aquí también llegó a trabajar Borromini, y antes Carlo Maderno, tío de Borromini, quien en 1625 recibió un primer encargo de Taddeo Barberini, sobrino de Maffeo Barberini, futuro papa Urbano VIII, Barberini, para construir este palacio. Por otro lado, con esta espléndida obra se inaugura el nuevo modelo de palacio barroco italiano, mucho más abierto, perforado e interconectado con el exterior, diferente de los anteriores palacios renacentistas, que todavía evocaban, quizá demasiado, los modelos de fachada plana de los baluartes defensivos de los palacios de época medieval; unos palacios que no acababan de integrarse del todo en el tejido urbano y social de sus ciudades.

 

UNA EMPRESA LLEVADA A CABO POR LOS PODEROSOS BARBERINI

Como hemos dicho, por encargo de Taddeo Barberini, sobrino del papa Urbano VIII, Barberini, este gran conjunto arquitectónico fue iniciado, como hemos mencionado, en 1625, por Carlo Maderno (autor de la ampliación de la basílica de San Pedro), quien, por amistad y aprecio personal hacia Borromini, su sobrino, le encargó una pequeña parte de los originales extremos superiores del cuerpo central de la fachada y, sobre todo, la preciosa y muy singular escalera helicoidal (scala o chicciola, como dicen los italianos) que vemos bajo el pórtico y que, con tanta claridad como lucidez constructiva, nos recuerda la famosa escalera o rampa helicoidal del Belvedere (Vaticano), obra sublime de Bramante, realizada durante los primeros años del siglo XVI. Comprobamos de nuevo, pues, cómo los grandes maestros (en este caso Borromini y Bramante) se emulan entre sí.

 

UNA ELEGANTE FACHADA QUE SIGUE LOS ÓRDENES ARQUITECTÓNICOS DEL COLISEO

Del cuerpo central de la fachada, pensado por Maderno, pero sobre todo por Bernini, sobresale el modelo romano inspirado en el paradigmático anfiteatro del Coliseo de Roma. Es decir, el Palazzo Barberini nos muestra una elegante fachada con la conocida secuencia de los tres órdenes de la arquitectura clásica: dórico, jónico y corintio, superpuestos, uno en cada planta, y rematado en la parte superior con un elegante cornicione (gran cornisa). Todo ello con una inteligente disposición de los arcos del último piso donde se produce un efecto óptico de perspectiva en profundidad gracias a estar construidos por dos arcos concéntricos. Cabe advertir que esto de la superposición de los órdenes mencionados llegó a ser como una especie de regla de oro en toda la arquitectura italiana de época moderna (s. XVI-XIX). Al fin y al cabo, imitar la sabia secuencia constructiva del Coliseo era y ha sido, en toda Europa, incluso en el Reino Unido (Íñigo Jones, entre otros), un signo de sentido común, sensatez edilicia y buen gusto estético; un claro signo de pertenencia a la cultura y la civilización de Occidente.

 

UNAS PINTURAS GRANDIOSAS EN SU INTERIOR

En el interior de este ampuloso palacio destacan los apoteósicos y perfectamente resueltos frescos de la bóveda del salón principal, realizados por un gran pintor y arquitecto, Pietro da Cortona, entre 1633 y 1639. Fueron encargados por el papa Urbano VIII, y representan una Alegoría de la Divina Providencia (Il Trionfo della Divina Provvidenza), providencia que, en este programa pictórico tan concreto, fundamentalmente protege las empresas, las iniciativas y las glorias personales de la familia Barberini.

 

UNA IMPORTANTE PINACOTECA

Pero además de todo lo referido, el Palazzo Barberini es hoy un extraordinario museo pictórico, el núcleo más importante de la riquísima Pinacoteca Nazionale d’Arte Antica, con grandes obras maestras, como por ejemplo, el famoso retrato de La Fornarina (la panadera), de Rafael, quien fue su principal amante y musa inspiradora de este gran maestro de la pintura universal; Judith y Holofernes, de Caravaggio (Judith fue una bellísima y pudorosa viuda hebrea que para salvar a su pueblo sitiado por las tropas del rey asirio, Nabucodonosor, sedujo y degolló al temible y sanguinario general y jefe de aquellas tropas, Holofernes), un verdadero capolavoro (obra maestra mundial); el penetrante y vivísimo retrato de aquel gran humanista europeo que fue Erasmo de Rotterdam, deliciosa obra del pintor flamenco Quentin Massys.

 

UN RETRATO DE ENRIQUE VIII, EL DESDICHADO MONARCA BRITÁNICO QUE ABANDONÓ LA FIDELIDAD AL PAPA DE ROMA

Querido peregrino, si algún día visitas este gran museo de Roma, detente, por favor, ante una extraordinaria obra de arte. Te hablo del penetrante, crudo y despiadado retrato que el gran pintor alemán, Hans Holbein el Joven, realizó en 1540 del muy poco sensato rey de Inglaterra, Enrique VIII. Su arrogante rostro lo dice todo. Este díscolo monarca tuvo seis esposas reconocidas, a dos de las cuales, Ana Bolena y Catalina Howard, hizo decapitar (aparte de sus diversas concubinas); un monarca caprichoso que estuvo dolorosamente enfermo de gota y sífilis y que murió con una voluminosa obesidad de 137 cm de cintura. Este rey, siempre insatisfecho y con un claro diagnóstico de esquizofrenia, actuaba como un verdadero monstruo. Además, tenía un largo historial de varices y úlceras venosas en las piernas. Murió el 28 de enero de 1547 de una infección provocada por las pútridas úlceras venosas de sus piernas, las cuales expandían un insoportable mal olor por todo el palacio real. Antes, sin embargo, hizo decapitar a muchísima gente, entre los cuales, Santo Tomás Moro, de feliz memoria. Y, más grave aún, hizo que el Parlamento de Inglaterra aprobara el Acta de Supremacía que establece que los monarcas ingleses son y serán los únicos jefes de la Iglesia de Inglaterra. Es decir, hablamos de aquella desdichada acta de 1534 que declara a Enrique VIII y a sus sucesores como jefes supremos de la Iglesia, por encima del papa de Roma, entonces Clemente VII, Medici. Jesús lo quería de otra manera: “Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti” (Jn 17,21). Precisamente, el lema episcopal del Papa León XIV va en esta misma dirección: In illo uno unum, que se traduce: “En Cristo, somos uno”. Pero, en fin, ahora mismo, los anglicanos y los católicos estamos separados. Amigos y amigas, ya lo veis. Hemos hecho verdaderos desastres; este, sin embargo, hizo y hace mucho daño. Con todo, debemos continuar rezando por la unidad.

 

Ximo Company. Delegación de Patrimonio Artístico

 

Foto: Iniciado por Carlo Maderno y terminado por Gian Lorenzo Bernini: Palazzo Barberini, 1625 y 1633, Roma, visión del muro central de la fachada.