[14-10-25] Santa Maria Maggiore, Santa María Mayor (I)

 

UNA BASÍLICA PARA LA VIRGEN MARÍA

Santa Maria Maggiore es un templo imponente y majestuoso (Patrimonio de la Humanidad desde 1990); una verdadera basílica, tal como fueron concebidas las basílicas en la época romana precristiana, es decir, un amplio y polivalente espacio de tres naves donde se realizaban operaciones comerciales o se administraba la justicia romana. Ésta, sin embargo, con sus ochenta y seis metros de longitud, nació completamente cristiana en el siglo V y es una de las siete grandes basílicas patriarcales romanas (se llama patriarcal porque bajo las órdenes de un obispo que tiene el título de patriarca se reúnen varias diócesis o arzobispados). Es la cuarta basílica patriarcal o mayor de Roma (la primera es la de San Juan de Letrán, la segunda la de San Pedro del Vaticano, la tercera la de San Pablo Extramuros). Las otras tres son San Lorenzo Extramuros, San Sebastián y Santa Cruz de Jerusalén. Pero, además, la de Santa Maria es la más grande de todas las que han sido dedicadas a la Virgen María. También es el santuario mariano más antiguo de Occidente.

 

UN LUGAR MILAGROSO DONDE NEVÓ EN PLENO AGOSTO

Construida sobre un antiguo templo pagano dedicado a Cibeles (diosa de la fertilidad de la Madre Tierra), también se la conoce como Basílica Liberiana, en recuerdo del papa Liberio (s. IV), o como Basílica de Santa María de las Nieves, debido a una visión milagrosa que tuvo el mencionado papa, relativa a una nevada insólita; algo que ocurrió, ni más ni menos, que en pleno ferragosto (la popular fiesta romana del 15 de agosto, aunque el ferragosto se conoce también, por extensión, como el momento más álgido del calor veraniego romano). La fiesta del ferragosto la fijó en el año 18 a. C. el emperador Augusto (Feriae Augusti o Vacaciones de Augusto), quien quería una celebración que uniera en una misma fiesta las antiguas pequeñas celebraciones que se organizaban para conmemorar el fin de los trabajos en el campo. En cualquier caso, entre el 4 y el 5 de agosto del año 352 la Virgen María se apareció en sueños al papa Liberio pidiéndole que construyera una iglesia en su honor. El lugar donde debía levantarse se distinguiría por un hecho sorprendente: una nevada. Al mismo tiempo, un noble romano y su esposa, que no tenían herederos, rogaron a Dios que les revelara cómo debían gastar sus riquezas. En un sueño compartido tanto por el citado patricio como por el papa Liberio, la Virgen María expresó, como hemos dicho, su invariable deseo de que se construyera una iglesia en la colina del Esquilí (l’Esquilino en italiano), una de las siete colinas que rodean la ciudad de Roma. En concreto, la nueva iglesia debía estar en el lugar donde cayó una nevada milagrosa, y muy copiosa, que tardó en derretirse, justo en el pequeño perímetro rectangular donde debía erigirse la nueva basílica.

 

UN ELEVADO CAMPANARIO

Santa Maria Maggiore tiene un esbelto campanario románico, prismático, de 1337, que con sus 75 metros de altura resulta ser el más alto de Roma. Y no sólo eso, sino que este campanario, hecho de ladrillo y bastante estilizado, dada la ubicación elevada de la basílica, es el punto más alto de toda Roma. Se trata de un campanario rematado por un alargado y puntiagudo casquete de plomo, en forma piramidal, que culmina con una gruesa bola coronada con una sencilla cruz latina.

 

SU EXTERIOR MONUMENTAL

Su grandioso exterior obedece a diversas fases constructivas. Destaca su fachada principal, que da a la plaza de Santa Maria Maggiore, con cinco aberturas en la planta baja y tres en el piso superior, obra insigne del famoso arquitecto florentino Ferdinando Fuga (el mismo que concluyó el ya citado Palacio del Quirinale, cerca de la Universidad Gregoriana), realizada entre 1721 y 1743. La fachada opuesta, algo más sobria pero también muy lograda, que da a la plaza del Esquilí, y con su prominente ábside exterior, es obra de Carlo Rainaldi hacia 1670, anterior a la intervención de Fuga.

 

UN INTERIOR DECORADO CON EL PRIMER ORO LLEGADO DE AMÉRICA

Del interior destaca el ampuloso y riquísimo artesonado dorado de la nave central, obra del gran arquitecto florentino Giuliano da Sangallo hacia 1500, decorado con el primer oro traído de América por Cristóbal Colón para el papa valenciano Roderic de Borja, Alejandro VI; lo avala su repetido escudo heráldico que vemos en la fila central del techo, siempre con el inequívoco toro Borja (Borgia para los italianos), y la profusa y elegante representación de este mismo animal en el diminuto friso, casi pegado al techo artesonado, que recorre toda la nave.

 

UNOS MOSAICOS BELLÍSIMOS

Son verdaderamente extraordinarios los refulgentes mosaicos del ábside central, dedicados a la “Vida de la Virgen”, especialmente los del “Triunfo de María coronada por su Hijo”, firmados por el famoso pintor y mosaista franciscano Jacobo Torriti, realizados en 1295. También destaca su rico suelo de mármol, de estilo cosmatesco (derivado de la familia romana Cosmati, experta, desde finales del siglo XII, en la fabricación de una famosísima, extendida y riquísima tipología de suelos de mármol policromo con decoraciones geométricas sabiamente incrustadas). De mucho antes, aún de época paleocristiana, y conservados desde el pontificado del papa Sixto III (siglo V), están los mosaicos de la “Historia del Pueblo Judío” antes y sub legem, es decir, antes y después del dictado divino de las Tablas de la Ley a Moisés: en el lado izquierdo se narran las historias de Abraham y Jacob. Como precursores de Cristo, representan el crecimiento y la evolución del pueblo de Dios que, por otra parte, logra vencer a sus enemigos bajo el liderazgo de Moisés y Josué. Finalmente, están los mosaicos del Arco Triunfal, donde podemos ver la “Infancia de Jesús”, o la “Revelación de Dios a su pueblo en Cristo”, hijo de la Virgen María. Queridos amigos, la próxima semana todavía tendremos que continuar con Santa Maria Maggiore. Lo merece.

 

Ximo Company. Delegación de Patrimonio Artístico

 

Foto: Ferdinando Fuga: Santa Maria Maggiore, vista de la fachada principal, realizada entre 1721 y 1743. En primer término vemos la Columna de la Inmaculada o Columna de la Paz, erigida por Carlo Maderno en 1615 por orden del papa Pablo V, Borghese.